lunes, 10 de enero de 2011

" Tú has dejado huella en mí"


Como comentario de navidad nos hicimos eco de un video en el que aparecía una profesora neoyorquina que había ideado un trabajo muy interesante para sus alumnos, les dio a cada uno tres pegatinas donde aparecía reflejada la frase “Tú has dejado huella en mi”, lo que debían hacer era dar esta pegatina a una persona que en su vida hubiera sido muy importante para él o ella diciéndole el por qué y, a su vez, pedirle que diera las dos pegatinas restantes a otra persona que pensara que había dejado huella en él, la persona que lo recibiera debía hacer también lo mismo. Así, habrían formado una cadena de reconocimiento que suele agradar y sorprender mucho a la gente participante.
Lo que nosotros debíamos hacer era lo mismo que ellos pero sólo con dos pequeñas tarjetas y también informarnos de a quién se le entregaba y por qué la tarjeta en segundo lugar, ya que basándonos en eso íbamos a confeccionar este comentario.
En cuanto el profesor nos habló sobre esto por primera vez enseguida supe a qué persona iría destinada mi tarjeta, a mi maestro de primaria Daniel Aguayo.
Don Daniel siempre me ha servido de ejemplo desde que tenía apenas ocho años, es una persona buena, inteligente, amable y muy respetuosa que siempre está ahí cuando lo necesitas ofreciéndote su ayuda y su incondicional apoyo en todo. Afortunadamente para él, ya que ahora puede estar más tiempo con su familia, y desafortunadamente para nosotros porque ya no podemos verle con tanta frecuencia como antes, ya se ha jubilado, pero aún así, desde su casa, aún nos envía sus recuerdos y se ofrece a resolver cualquier duda que pueda llegar a tener aquí y en el futuro.
Me acuerdo mucho de él, de sus bromas, sus chistes, sus refranes que siempre lo acompañan allá donde va y del aprecio casi paternal que confería a cada uno de los alumnos que pasaron por él en todos los años en los que ejerció como maestro. Definitivamente creo que nadie más que él se merecía este reconocimiento porque, aunque hay veces que podemos ponernos en contacto por teléfono, quiero que sepa que en mí siempre está presente y que el hecho de que ya no esté dándonos clase no quiere decir que nos hayamos olvidado de él, todo lo contrario.
Él, muy generosamente por su parte, aceptó hacerme el favor de darle la otra tarjeta a aquella persona que le hubiera marcado en la vida y, pasados unos días, me contó a quién y por qué fue.
El hombre en cuestión, llamado Cipriano Meléndez, era también maestro antes de jubilarse y se conocieron sobre el año 1974 cuando coincidieron empezando a trabajar en el mismo colegio. Me contó que juntos pasaron rachas muy malas en aquellos tiempos donde el salario era muy bajo y tenían que sacar adelante a sus respectivas familias como podían. Se ayudaban mutuamente, se aconsejaban y poco a poco fueron forjando una fuerte amistad que sigue perdurando en el tiempo aunque muchas veces sus destinos de trabajo fuesen muy alejados el uno del otro. Se hacían, y siguen haciéndose favores entre ellos, y también han sabido estar juntos en los mejores momentos de sus vidas. Sin duda, tal y como Cipriano dejó huella en Daniel, estoy segura que Daniel también dejó huella en este hombre.
La experiencia de hacer este trabajo me ha gustado mucho ya que me parece una forma muy bonita de agradecer a la gente todo lo que ha hecho por ti y además, sentí mucha felicidad cuando mi maestro me dijo que se había emocionado al saber que había pensado en él. El esfuerzo realizado ha sido nada comparado con la gratificación que sientes después de llevarlo a cabo.
Gracias Don Daniel.

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